miércoles, 7 de noviembre de 2012

QUE PERMANEZCA LA TIERRA, AYOCUAN CUETZPALTZIN



EL CANTO POESÍA NUNCA ESTUVO MEJOR REPRESENTADO, QUE EN ESTA BELLA EXPRESIÓN POÉTICA,  DONDE SE REMARCA EL SENTIDO PREHISPANICO DE EXALTAR LOS VALORES COMUNITARIOS, DEL REPARTIR Y DEL DAR, SIN EL VICIADO CONCEPTO CAPITALISTA DE LA OFERTA - DEMANDA Y LA ACUMULACION EGOÍSTA DE ALGO TAN IMPORTANTE COMO LOS FRUTOS DE LA TIERRA, LA COMIDA, QUE DEBERÍA SER UN DERECHO HUMANO INTRANSFERIBLE.

APROVECHO LA OCASIÓN PARA ENVIAR UN SALUDO A NUESTRA AMIGA,  JEN EN SAN JUAN DEL RÍO, Y A SU FAMILIA Y COMPAÑEROS DE GRUPO, ESPERAMOS QUE EN ALGÚN MOMENTO COMPARTAMOS TAN SOLO FLORES Y CANTOS, .

HASTA PRONTO...


¡Ma huel manin tlalli!
¡Ma huel ica tepetl!
Quihualitoa Ayocuan, zan yehuan Cuetzpaltzin,
Tlaxcallan, Huetzinco.
In a izquixochitl, cacahuazochitl,
Ma onnemahmaco.
Ma huel manin tlalli.

¡Que permanezca la Tierra!
¡Que esten en pie los montes!
Asi venia hablando Ayocuan Cuetzpaltzin.
En Tlaxcala, en Huexotzinco.
Que se repartan
Flores de maiz tostado, flores de cacao.
¡Que permanezca la tierra!

 Esfuercese, quiera mi Corazon,
Las flores del escudo,
Las flores del Dador de la vida.

Que podra hacer mi corazon?
En vano hemos llegado,
Hemos brotado en la Tierra.
¿Solo asi he de irme
como las flores que perecieron?

¿Nada quedara de mi nombre?
¿Nada de mi fama aqui en la Tierra?

¡Al menos flores, al menos cantos!
¿Que podra hacer mi Corazon?
En vano hemos llegado,
Hemos brotado en la Tierra..

Maciuhtia o in quinequi noyollo,
Zan chimalli xochitl,
In ixochiuh Ipalnemoani.

¿Quen conchihuaz noyollo yehua?
Onen tacico,
Tonquizaco in tlalticpac, a, ohuaya, ohuaya.
¿Zan ca iuhquin onyaz
In o ompopoliuhxochitla?

¿An tle notleyo yez in quenmanian?
¿An tle nitauhca yez in tlalticpac?

¡Manel xochitl, manel cuicatl!
¿Quen conchihuaz noyollo yehua?
Onentacico, Tonquizaco in tlalticpac, ohuaya, ohuaya.

 

Ayocuan Cuetzpaltzin, el poeta

 

Se sabe que Ayocuan Cuetzpaltzin, llamado, “El Sabio, Águila Blanca, de Tecamachalco”, nació en la segunda mitad del siglo XV de nuestra era y murió a principios del siglo XVI.
Fue admirado y elogiado por sus contemporáneos. Incluso otros poetas de su tiempo le dedicaron algunos de sus canta­res.
Ayocuan fue chichimeca y su padre entre otros pequeños reinos, gobernó el señorío de Tecamachalco. Pero de un poe­ta, por sobre todo, lo que nos importa es su poesía. Y nos im­porta principalmente por su contenido esencial y por su cla­ridad y perfección formal. Triángulo imprescindible. Ayocuan fue un cantor preocupado en extremo por la fugacidad de la vida y por el constante y continuo cambio del entorno huma­no. Ante ello solía cantar para sí mismo:
“Que se repartan / flores de maíz tostado, flores de cacao. / ¡Que permanezca la tierra!”
Frente a los hechos cambiantes, Ayocuan, manifiesta a grito desgarrado que la tierra, por lo menos la tierra, perma­nezca.
Hoy, nosotros, sabemos que ni siquiera la tierra perma­necerá y, sin embargo, parecemos resignados a aceptar lo efímero de nuestras vidas y la muerte, por igual, de nuestro planeta y el hermoso sol que lo ilumina.
Ayocuan no quería resignarse y de ese no querer aceptar lo transitorio de la vida nace su poesía, su canto, su asombro ante la belleza y la crueldad del mundo y sus coloridos y des­coloridos espejismos.
Poesía bellísima y sentida la suya, que pone su fe en la amistad:
“La amistad es lluvia de flores preciosas”.
Maravilloso verso este, sin duda. En mitad de todas las in­certidumbres del ser que somos, esclavo del segundo fugaz, Ayocuan Cuetzpaltzin, creía en la amistad y la cultivaba con el mayor de los esmeros, como cultiva el delicado y amante jardinero la flor de su predilección.
Sí, por este solo verso, este hondo poeta chichimeca, mere­ce nuestro y nuestra admiración, junto con nuestra gratitud:
“La amistad es lluvia de flores”
¿No es hermosísimo? ¿No es en sí mismo un universo de poesía este verso-poema que nos ilumina y nos reconforta?
Genial poeta Ayocuan, amante de las flores y de las aves y amigo de sus amigos. Hombre-poeta que se estremece ante la sospecha del olvido sediento de amor y de memoria y aun­que no imaginó que tú y yo, en esta primera década del siglo XXI lo recordaríamos aquí y ahora, Ayocuan, ahora y aquí, ha­bita con nosotros en el círculo de los inolvidables afectos. Él, temeroso y dolorido, se preguntaba:
 
“¿Nada de mi fama aquí en la tierra?”
Sentía y pensaba que nada de su fama, ni una pizca, quedaría aquí en la tierra. El pensar esto lo angustiaba y herido por el temor de ser olvidado por completo se entregaba al canto y a la contem­plación de las flores, preguntán­dose:
“¿Al menos cantos, al menos flores?”
Ansias de ebriedad, de apurar el néctar de la belleza y perder los sentidos todos hasta obtener la luminosidad del éxtasis.
Ayocuan cantaba y cantaba con ese frenético propósito:
“Gocemos, oh amigos,/ haya abrazos aquí./ Ahora andamos sobre la tierra florida./ Nadie hará terminar aquí/ las flores y los can­tos,/ ellos perdurarán en la casa del Dador de la Vida”.
Y añadía, pienso yo que con lágrimas en los ojos:
“Aquí en la tierra es la región del momento fugaz”.
La tierra, lugar, según Ayocuan, “donde venimos a cono­cer nuestro rostro”.
Al menos eso era lo que se preguntaba el atormentado poeta chichimeca quien, como más tarde Antonio Macha­do, vivía preocupado y pensando en la posibilidad de hablar con Dios, el Dador de la Vida, es decir, ansioso de encontrar una respuesta satisfactoria que le despejara el enigma de la existencia, aunque ninguno de los dos pudo evitar quedarse colgado de la frágil rama de la duda. El misterio de la vida una y otra vez permanece intacto. El hombre, el poeta, seguía y sigue siendo una interrogación en busca de una respuesta, una respuesta que por más y más que busca no acaba de en­contrar.
Cantemos, proclamaba Ayocuan Cuetzpaltzin, y su voz se levantaba de la tierra hacia los cósmicos misterios descubrien­do la proximidad de la belleza como una posible respuesta, tal vez más imaginaria que real, pero eso sí, bellísima:
“Un dorado pájaro cascabel”
Y el ave que eleva su canto rodeada de flores:
“Sobre las ramas floridas cantáis”
¿Acaso la tierra es una rama de un gran árbol sideral y el poeta un pájaro cascabel que canta?
¿Quién pues lo escucha desde otra dimensión sin que él lo advierta?
La poesía de Ayocuan, bella a morir de viva y colorida emo­ción, está superpoblada de aves canoras, de interrogantes canciones en busca de respuestas, quizás, imposibles de hallar, como la misma vida… que se nos va a todos sin darnos cuenta, mientras que de repente descubrimos, con estremecido asom­bro, que apenas ayer éramos niños y hoy ya somos ancianos.
¿Qué podemos hacer? La respuesta nos la da Ayocuan Cuetzpaltzin:
Cantar, cantar y cantar, porque el canto es salvador, y ren­dir culto a la belleza.

4 comentarios:

  1. ¡¡¡Hermoso!!!, compartamos flores y cantos, que se reparta la flor del maíz y del cacao, desde la amistad ica moyolo Armando. Tlazohcamati.

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  2. Hola Xiuatl un gusto leerte, gracias por seguir participando en el nahuatl audiovisual...

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  3. HERMOSO TRABAJO Y EXTRAORDINARIO CANTO............

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  4. Hola Andrés, que bella foto con tu familia, los valores propios de amor por nuestra tierra-madre-sustento, solo sobrevivirán en el respeto que les inculquemos a los niños, más allá de las culturas ajenas, que cada vez invaden su pensamiento... Gracias por participar

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