Fuente Universidad ESAD
http://www.abiertayadistancia.sep.gob.mx/
15 de diciembre de 2011.
Arqueólogos que participan en el Proyecto Pirámide del Sol, del
Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta),
descubrieron una serie de depósitos en el interior de esta construcción
prehispánica, uno de los cuales podría tratarse de la ofrenda colocada
en los primeros 50 años de nuestra era, para consagrar el comienzo de la
construcción de este monumento, el más grande de la antigua ciudad de
Teotihuacan.
El
equipo de investigadores, conformado por los arqueólogos Alejandro
Sarabia, Saburo Sugiyama, Enrique Pérez Cortés y Nawa Sugiyama, dio a
conocer este hallazgo registrado durante las exploraciones realizadas al
interior de dicho edificio piramidal —de 65 metros de altura—, desde
2008 y que concluyeron este 2011.
Valiéndose
de un túnel de 116 m de longitud que se extiende en el eje este-oeste
de la pirámide —que fue excavado en los años 30 por el arqueólogo
Eduardo Noguera—, el grupo del Proyecto Pirámide del Sol, dirigido por
Alejandro Sarabia, excavó un total de 59 pozos estratigráficos y tres
túneles cortos, con la intención de llegar en todos los casos, al nivel
de la roca madre a fin de verificar la presencia de entierros, ofrendas,
etcétera.
“Por
nuestra experiencia sabíamos que si los teotihuacanos hubiesen colocado
algo al interior del monumento, muy posiblemente estaría a nivel del
tepetate. Para ello excavamos un pozo de sondeo en la parte final de
túnel y un conducto corto para llegar al centro de la pirámide, ya que
el hecho por Noguera se había quedado aproximadamente seis metros al
oeste del centro del monumento”, comentó Enrique Pérez Cortés.
Efectivamente,
dijo, fue a lo largo de la exploración que se descubrieron —a
diferentes distancias respecto de la entrada del túnel— tres estructuras
arquitectónicas que son anteriores a la construcción de la Pirámide del
Sol, y siete entierros humanos, algunos de ellos de infantes, que hasta
el momento se pueden fechar al periodo previo a la erección del
monumento, o bien, al de su edificación; así como dos ofrendas, una de
ellas de una riqueza extraordinaria,
Esta
última ofrenda fue descubierta en el metro 85 del túnel, al interior
del relleno constructivo, “por lo tanto sabemos que fue depositada como
parte de una ceremonia de consagración a la construcción de la Pirámide
del Sol, probablemente al inicio de su edificación, hace más de 1,900
años”, anotó Pérez Cortés, investigador del Centro INAH-Zacatecas, al
destacar que entre los objetos encontrados destaca una máscara de piedra
verde, que podría ser el retrato de un personaje.
El
rico depósito descubierto estaba compuesto por varios niveles de
objetos, colocados desde el nivel de tepetate; debido a que el área de
los materiales arqueológicos se extendía hacia el sur de los límites del
pozo estratigráfico, se decidió hacer una ampliación de la exploración.
Los
objetos que componían la oblación “fueron elaborados en muy diversos
materiales y técnicas de elaboración; destaca una cantidad considerable
de piezas de obsidiana, como puntas de proyectil, navajillas,
bifaciales, así como un excéntrico antropomorfo (artefacto lítico).
Además de tres figuras con representaciones humanas, que fueron
ornamentadas con ojos de concha y pirita, y que estaban acompañadas por
algunas puntas de proyectil”.
De
las tres piezas de piedra verde, destacó el arqueólogo Pérez Cortés,
sobresale una extraordinaria máscara antropomorfa que fue tallada en una
sola pieza, cuyos ojos fueron hechos con concha y pirita. La máscara de
serpentina —según análisis del Dr. José Luis Ruvalcaba, del Instituto
de Física de la UNAM—, es la única careta de piedra descubierta hasta la
fecha en contexto ritual en Teotihuacan.
Con
11 cm de altura por 11.5 de ancho, 7.8 cm de profundidad y un peso de
1.16 kg, dicha máscara difiere de las conocidas como “teotihuacanas”,
por ser de una dimensión menor y con volumen, por lo que preliminarmente
se cree que se trata de un retrato. Asimismo, junto a este objeto se
halló un caracol marino.
La
ofrenda también estaba integrada por 11 vasijas tipo Tláloc, la mayoría
fragmentadas y colocadas al centro del depósito. Otros objetos
depositados fueron tres discos de pirita, uno de ellos —de 45 cm de
diámetro y puesto sobre una laja de pizarra recubierta con pirita—, es
el más grande recuperado hasta el momento en Teotihuacan.
Asimismo,
el depósito se conformaba de una importante cantidad de esqueletos de
animales. Al noreste se recuperó el cráneo de un felino, al suroeste el
de un cánido; y al sureste, y cubierto por rocas volcánicas, los restos
de un águila que fue alimentada antes de ser sacrificada, pues en su
cavidad torácica se hallaron los restos de dos conejos. Este tipo de
restos de fauna coincide con los de las ofrendas descubiertas en el
Edificio 4 de la Pirámide de la Luna.
Los
investigadores del equipo Pirámide del Sol, de la Zona Arqueológica de
Teotihuacan (ZAT), hicieron hincapié en que esta ofrenda siempre estuvo
anegada, ya que la humedad que absorbe el edificio se concentra en la
base y en el área central del monumento.
En
este sentido, el Dr. Saburo Sugiyama, profesor de la Universidad de
Aichi (Japón), y Alejandro Sarabia, director de la ZAT, indicaron que
durante mucho tiempo y anterior a este descubrimiento, la función de la
Pirámide del Sol se había vinculado al inframundo, debido al túnel que
hay debajo de ella, y que fue excavado por los propios teotihuacanos.
“Sin
embargo, los objetos que encontramos estarían indicando que la Pirámide
del Sol —que cubre un área aproximada de 5.6 ha con un altura actual de
65 m y una base de 225 m por lado— fue ofrendada hacia los primeros 50
años de nuestra era, posiblemente a una deidad de la lluvia, una versión
muy antigua del dios Tláloc.
“Por
el momento, sólo podemos ofrecer una interpretación general de los
hallazgos, pero es evidente que algunas ofrendas tienen un patrón de
distribución que ya habíamos observado en algunos de los entierros de la
Pirámide de la Luna”, concluyeron los expertos.
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