conocida como Tula, forma castellanizada de Tōllan— fue la capital del estado tolteca, que se desarrolló en el centro de México durante el período posclásico temprano de Mesoamérica. En esta ciudad estaba asentado el principal poder político de los valles de México y Puebla-Tlaxcala entre los siglos X y XII de nuestra era. Su influencia alcanzaba lugares tan distantes como la península de Yucatán, El Salvador y Nicaragua. No debe confundirse con el sitio mitológico denominado Tōllan, cuya identificación con Tollan-Xicocotitlan ha sido puesta en duda en textos recientes.[2]
Los restos de esta ciudad precolombina se localizan en el municipio de Tula de Allende, al sur del estado de Hidalgo (México), y forman parte del actual Parque Nacional de Tula.
Las primeras evidencias de la ocupación del emplazamiento de Tollan-Xicocotitlan corresponden al final del Período Clásico Temprano (ss. II-VIII d. C.). Por esta época, la ciudad de Teotihuacan —principal centro político y económico del centro de Mesoamérica— iniciaba su proceso de decadencia, cediendo su hegemonía a otras ciudades-Estado que florecieron durante el epiclásico. En el valle del río Tula se desarrollaban a la sazón pequeños asentamientos donde se han encontrado piezas correspondientes la cultura Coyotlatelco.[4] Entre estos asentamientos se encuentran Chingú,[5] El Águila, Magoni, y Atitalaquia.A partir del ocaso de Teotihuacan, varias ciudades del centro de México ocuparon el vacío de poder dejado por la metrópoli. Al mismo tiempo, fue el período por el que dieron inicio las migraciones de pueblos nonoalcas[6] y otros de habla uto-azteca a la región. Entre estos últimos[7] se encontraban los que, en unión con otros pueblos ya establecidos en el Altiplano Central mexicano, habrían de dar lugar a la cultura tolteca, que tuvo su centro en Tollan-Xicocotitlan. Hacia mediados del siglo VII de nuestra era, se inició la construcción del primer núcleo urbano en Tollan-Xicocotitlan, conocido como Tula Chico. Por este período aparecen en la ciudad las primeras alusiones iconográficas al culto a Quetzalcóatl, asociado con el planeta Venus. En Tula Chico se han encontrado restos arqueológicos de objetos relacionados con el complejo cerámico de Coyotlatelco. Se calcula que por el siglo VIII, una variación local del estilo Coyotlatelco se encontrba bien definida. A partir de ese momento inicia la Fase Corral de la historia de la capital tolteca, que concluyó hacia final del siglo IX con el gradual abandono e incendio de los edificios de Tula Chico.
Las crónicas indígenas recogidas por los misioneros al principio de la época colonial hablaban de un enfrentamiento entre Quetzalcóatl y Tezcatlipoca por el control de Tollan.[8] Aunque en ocasiones se consideró que éste relato era sólo un mito, las evidencias arqueológicas y la revisión de las fuentes históricas han puesto de manifiesto que verdaderamente hubo una disputa interna en Tollan-Xicocotitlan. Una de las facciones estaba liderada por Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl (náhuatl: Uno Caña, Nuestro Señor Serpiente Emplumada )?, que terminó siendo expulsado de Tollan-Xicocotitlan por los seguidores del culto a Tezcatlipoca. El conflicto político en la ciudad pudo haber tenido lugar durante la Fase Corral o al principio de la Fase Tollan (ss. X-XII d. C.).
ApogeoFue justamente durante la Fase Tollan cuando la ciudad tuvo su mayor apogeo. Durante esta época se construyó un nuevo centro cívico-religioso. Este corresponde al llamado Tula Grande,[9] que reprodujo la distribución de los edificios de Tula Chico, que no volvió a ser ocupado nuevamente como centro administrativo. A lo largo de la fase Tollan, la ciudad de Tollan-Xicocotitlan ocupó la posición como principal centro político, militar y comercial del centro de Mesoamérica. La tolteca se convirtió en una sociedad multiétnica, que desarrolló expresiones artísticas particulares a partir de la integración de elementos culturales provenientes de diversas regiones de Mesoamérica. El gran poder de la élite de Tollan-Xicocotitlan le permitió importar productos preciosos, como la turquesa oasisamericana o productos de cerámica de lugares tan distantes como Nicoya (Costa Rica).
Al igual que los teotihuacanos durante su período de apogeo, los habitantes de Tollan-Xicocotitlan aprovecharon los yacimientos de cal localizados al sur del emplazamiento de la ciudad (cerca del antiguo Chingú). Del comercio de cal —indispensable para la construcción y en la cocina mesoamericana precolombina— los toltecas obtenían buena parte de sus recursos económicos. No menos importantes eran los yacimientos de basalto y riolita de Magoni y la obsidiana de la Sierra de las Navajas. De esta formación montañosa salió el 80% del total de la obsidiana manufacturada por Tula, en tanto que el resto pudo provenir de Zinapécuaro (Michoacán).[10] Por su parte, los toltecas importaban productos de otras regiones. Entre los restos de la ciudad se han encontrado muestras de cerámica Tohil Plomiza, de Guatemala y el Soconusco, así como cerámica Anaranjado Fino, del sur de Veracruz. Otros productos que obtenían los toltecas de regiones lejanas de Mesoamérica son el cacao (Chiapas y Guatemala), serpentina (Depresión del Balsas), turquesa (Oasisamérica) y ónix (Puebla).
Durante la Fase Tollan, la ciudad debió alcanzar su mayor extensión y población. Algunos autores calculan la superficie urbana de Tollan-Xicocotitlan entre 5 y 16 km² para esa época, con una población de entre 16 mil y 55 mil habitantes.[11] Durante esta fase debió consolidarse el espacio monumental que constituye la actual zona arqueológica de Tula, consistente en dos grandes basamentos piramidales, dos canchas para el juego de pelota y varios palacios que pudieron ser ocupados por la élite tolteca. Por esta época, Tollan-Xicocotitlan se convirtió no sólo en el corazón de las redes comerciales mesoamericanas. Además, fue sede de una élite militarista-teocrática que impuso su dominio en varias partes de Mesoamérica, fuera por conquista militar, por alianza política o por el establecimiento de colonias en sitios estratégicos.
DecadenciaVista de la escalinata de la Pirámide B desde el Palacio Quemado.
El ocaso de Tollan-Xicocotitlan inicia hacia mediadios del siglo XII, y es un proceso que coincide con la llamada Fase Fuego. Durante los dos siglos que duró esta etapa de la historia precolombina de la ciudad, fueron incendiados los edificios principales del centro administrativo. La reconstrucción histórica que hiciera el arqueólogo Jorge Acosta fue el de un evento catastrófico de saqueo e incendio de la ciudad, debido la invasión de grupos mexicas. Este final catastrófico llevó durante mucho tiempo a pensar que hubo una considerable reducción de la población de la zona urbana y de toda la región a raíz del colapso de la ciudad, el cual produciría un caos económico en la región que dispersó una gran parte de la densa población que habitó en tiempos toltecas. En la actualidad, sin embargo, gracias a los estudios de Juan Yadeun en el área urbana sabemos que en Tula no solo no ocurrió un “despoblamiento catastrófico", sino que hubo una continuidad demográfica. En la región de Tula se reporta que existe una alta continuidad entre los asentamiento de las ocupaciones Tollan y aquellas de la fase Palacio que nos lleva a reflexionar que el cambio cualitativo de la época tolteca al azteca tardío ocurriría sin un despoblamiento entre ellos. Es probable que las razones de este proceso de declinación fueran de orden interno, así como otros factores externos, particularmente una crísis política en el sector de gobierno. La caída de la capital tolteca estuvo asociada con el agotamiento de un sistema político ampliamente extendido en Mesoamérica durante el florecimiento de la ciudad, donde la asociación entre la Tollan mítica y la figura de la Serpiente Emplumada sirvieron como medio de legitimación de la élite hegemónica en varias partes del territorio actual de México y Centroamérica.[12] En Tula, esto se tradujo en una serie de disputas entre grupos que pugnaban por la dominación de la ciudad, lo que terminó arruinándola. Los restos de uno de los edificios más importantes, el Palacio Quemado, toma su nombre actual de los indicios arqueológicos que prueban que fue incendiado. Aunque estudios recientes apuntan que la mayor parte de las edificaciones adminitrativas, como los templos, los templos de barrio y las áreas de consejo, fueron incendiados como parte de un ritual de terminación.
En la región adyacente a Tula ocurrió lo mismo. Así, por ejemplo, en el norte de la Cuenca de México, región importante bajo el control de Tula, ocurre el abandonados de centros provinciales como San Miguel Eyacalco, un extenso y complejo asentamiento mediante el cual Tula mantenía el control de la zona de los llanos de Pachuca. Centros provinciales, como Apazco, también desaparecen, mientras otros como Santa María, Mesa la Ahumada y El Pedregal, tienen una despoblamiento casi total. No obstante, la mayor parte de las aldeas y pequeños caseríos se continúan ocupando en esta zona sin que ocurra un aparente abandono. Lo anterior indica que hubo una alto grado de continuidad demográfica, de alrededor del 60% de la población, tras la caída de Tula, sin que podamos pensar que el colapso de Tollan tuviera como consecuencia un vacío demográfico a nivel regional.
Tras el colapso político del Estado tolteca, varios de los linajes de gobierno de la ciudad iniciaron un éxodo que los llevó a establecerse en otras partes de Mesoamérica. Algunos se establecieron en Colhuacán, donde establecieron un señorío importante que dominó el sur del Valle de México. A la postre, la élite de Culhuacán dio a los mexicas su primer tlatoani, que reclamaba como base de su legitimidad su ascendencia tolteca. A pesar del éxodo masivo de población, Tollan-Xicocotitlan nunca fue abandonada completamente, y siguió siendo una población importante en su región, aunque nunca comparable con su época de florecimiento.
Durante la Fase Palacio (1350-1450), la ciudad fue ocupada por grupos mexicas. Estos realizaron nuevas construcciones de uso habitacional en el Palacio Quemado, la estructura K y otras estructuras abandonadas. Se sabe que hacia 1422, los tlatelolcas hicieron una expedición a los restos de la antigua capital tolteca, y que grupos mexicas realizaron una representación del rey Quetzalcóatl en el cerro Malinche.[13] Además, fueron varios los monumentos de origen tolteca que fueron trasladados de la antigua ciudad hacia México-Tenochtitlan. En suma, para los mexicas, la capital tolteca siguió siendo un importante punto de referencia política.
Tras la conquista española, se construyó en la región una nueva población que tomó su nombre de la antigua ciudad, aunque castellanizándolo. Esta población corresponde a la actual Tula de Allende. En las inmediaciones de la zona arqueológica de Tula se encuentran los restos de una construcción de aquéllos primeros años de la Colonia, que corresponden a la última fase arqueológica de Tula, conocida como Tesoro.
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